Friday, October 27, 2006

LOS PAISAJES SUBURBANOS


LA AMBIGÜEDAD DEL SUBURBIO
El suburbio, mas allá de debilitar el centro fundacional de una ciudad, restandole dinamismo, invierte su condición de gravitante a periférico, y esto esta sucediendo, con mayor o menor intensidad, en casi todas las ciudades de Chile.
Las construcciones arquitectónicas que constituyen los recipientes de lo urbano, se están convirtiendo en masas relativas, que van siendo carcomidas por la cualidad porosa extensiva de lo suburbano, imponiendo su orden ambiguo, casi como una enfermedad epidémica.
Esto ocurre, porque, para los segmentos poblacionales de radicación emergente, pierde vigencia la ciudad tradicional, pues ya no viven en ella, no la necesitan, y todo lo obtienen fuera de ella. Servicios, comercio, trabajo, residencia en la periferia alimentan su robustez en detrimento de la ciudad madre que deposita en el crecimiento poblacional de sus áreas nuevas un germen de su propia muerte. Genera un habitat adyacente que termina apoderándose de su vitalidad. La desmantela. En cierta forma es lo que le esta pasado a Concepción, o lo que le puede suceder a otras ciudades, como le ocurrió a santiago, hace ya muchas décadas.
La ambigüedad del subsurbio que disgrega la ciudad, se introduce también en su corazón, a partir de los trayectos y los traslados que relacionan sus partes fragmentadas, trayendo una nueva resolución de ciudad que alimenta mas conjeturas que aclaraciones. La ambigüedad es doble, tanto para lo urbano como lo suburbano.

El DESBORDAMIENTO
El desdibujamiento de la ciudad contenida, que es desbordada por crecimientos, sin parar, tiene su impacto mas fuerte en sus extramuros. Esta perdida de su lineamiento esta mas instalado en la periferia de lo urbano, que se esta construyendo, pero indirectamente afecta mas al casco fundacional.
Ciertamente estamos cruzados por esta hibrides de lo que esta afuera y lo que esta dentro, que ha diluido los limites de lo que es la ciudad propiamente tal.
Con la irrupción de la cultura de subsurbio que se introduce en el tejido urbano central, al cruzarlo con la velocidad de los traslados que se mueven de periferia a periferia, se destruye uno de conceptos que la componen que es la concentración y la continuidad de la forma urbana, que era primitivamente muy consolidada en el espacio territorial.
Junto con la movilidad que es importante para su funcionamiento, aparece la disolución del limite, tornándose la medida de lo inconmensurable, el parámetro para designar la desaparición de la forma urbana, propiamente la ciudad contenida.
Con ello se pierde esa nitidez que esta dentro y que esta fuera. Las gravitaciones pueden ser excéntricas, en constante movimiento, en que lo que es interior se percibe como exterior. No hay pistas donde encuentro el corazón de lo citadino, el espesor de un centro reconocido que me detenga, que me diga que estoy en el punto de convergencia del encuentro urbano. Eso ha desaparecido. Aunque puedan reconocerse masas de mayor intensidad de sucesos, eso al final no me dice nada, porque la intensidad, también esta dispersa y diluida.

LA AUTOREFERENCIA
Ese desdibujamiento afecta profundamente, también, las relaciones de la arquitectura como objeto que se adecua a un contexto inmediato. Empiezan a hacerse ambiguas la respuesta de ella a lo que constituye su entorno. Las configuraciones entran en un juego de construirse a partir de leyes de diseño que no son claras. Ambigüedad que puede tensionarse en diferentes caminos como opciones arbitrarias que no responden a un conjunto coherente. Estas opciones ambigüas presionan a que no haya pertenencia a un lugar, de estar contenida en un paisaje homogéneo, a la cual la arquitectura debe ceñirse a las reglas claras de configuración que las dicta el entorno inmediato.
Esa falta de homogeneidad, que tampoco es fruto de la diversidad que vas tras una identidad reconocida, provoca el surgimiento del elemento arbitrario, casi autoreferente. Como los edificios no tienen un referente de integración a un paisaje común, no lo consideran, mas bien lo ignoran. Se genera una colección de arquitectura sin contextualidad, edificios sin relaciones de configuración entre si.

LA DISCONTINUIDAD
Al producirse una lenta destrucción del tejido urbano aparece la porosidad en la continuidad del paisaje que se libera del apegamiento unitario de lo construido, y por otro lado la disolución formal, se lee como un ente sin limites claros, como una mancha que se extiende sin parar, hasta que el suelo se agote.
Todo se juega mas en los paréntesis, por efecto de las omisiones y de los suspensos, que las frases mismas. En otras palabras se la juega entre lo residual y lo intervenido. Entre el statu quo y el suspenso.
Lo residual de la ciudad central se produce por el deterioro de lo que se ha dejado de hacer, por la falta de la renovación urbana y por la introducción de una espacialidad renovadora que la perfora y que adopta las características del suburbio : disgregada, anti urbana, automovilística, distanciadora del peatón, desmanteladora, segregacionista, sin fronteras.
Considerada el espacio residual en lo suburbano como la no-tesis -no dice nada- queda en suspensión toda la predica acerca de lo unitario de la ciudad apretada. Pierde sentido la proximidad y las distancias a pie. Los largos trayectos pasan a dominar la escena, y la velocidad nos distorsiona las distancias y los conceptos de accesibilidad y vecindad dentro de la ciudad.

LA CIUDAD DILUIDA
Lo citadino se desperfila cuando aparece el no limite, pues se desvanecen sus fronteras, y desaparecen las puertas y los accesos a la ciudad constituida.
Pareciera que las ciudades hoy no tuvieran inicio ni termino. Como si se derramaran sin forma por todo el territorio, sin diferenciación entre el paisaje natural y el urbano. La ciudad se ve como un territorio.
Si en la arquitectura de suburbios no hay relación clara con el contexto en que se quiera dar respuesta a un parámetro de totalidad con relaciones de composición de sus elementos. El contexto no es definible, por su ambigüedad y por tanto, no es accesible como referencia. Se hace cualquier cosa que la norma permita.
Mas bien esta la no referencia, por lo tanto se construye a partir de sus propios leyes, porque no existe lo contingente al contexto.
Tampoco esta arquitectura da respuesta a lo natural que esta en mutación, o mas bien esta a medio camino. A la vera del camino. Sucede literalmente a medio camino entre al ciudad y el campo, ni lo uno ni lo otro.
El juego campo ciudad se entrecruza dificultando definir cual es cual. Lo urbano se introduce en lo natural sin hacer diferencia, constando lo difícil de su implante. Ambos se traspasan mutuamente sus tics y manías.

MASAS RELATIVAS
Por otro lado en lo suburbano se reproducen series infinitas de masas repetitivas o se localizan colecciones de unidades sin relación unas con otras. No se lee un universo de jerarquización espacial, es solo funcional.
Si el subsurbio con su iconografía de carretera se introduce en lo plenamente urbano, permeando su orden concentrado con los ejes de trayectos e infiltrando el orden de masas continuas y bien delineadas con la dispersión, la vaciedad residual y la escala del transporte, el único resultado que la ordena, es la agregación.
La contextualidad de la arquitectura entra en crisis, pues la debilidad de los supuestos se hace patente. Cuesta definir sus condicionantes.
Por lo tanto, es esta situación en que esta todo a medio camino, lo que impide construir sobre parámetros, pues los lineamientos para proyectar están muy diluidos, prácticamente muy difíciles de encontrar, y obliga a una propia delimitación de las condicionantes. Es la autorreferencia, la única salida.
Es tal vez la debilidad de tal supuesto lo que confunde el planteamiento suburbano. Cuando se proyecta un edificio en un contexto suburbano es difícil sustraerse a la ambigüedad que ejerce. Todo esta en el aire o basados en supuestos de algo que quiere ser urbano, que finalmente puede que lo sea, o no .
Si esto esta referido a una ciudad nuclear con un centro, de tamaño intermedio o mínimo, muy compacta poco extendida, es posible que pueda haber diferencia, porque ha sido inmune a esa indefinición, pero si no es así, estamos atrapados en lo inevitable del orden suburbano.

Gino Schiappacasse, Arquitecto

MODERNIDAD APROPIADA



La atracción que ejerce el Mall en nuestra ciudad me intriga más allá de lo obvio. Creo que, en definitiva, la gente busca “modernidad”, aunque sea, a través de su consumo.
La “Modernidad” como cualidad motivadora de nuestro tiempo es cautivante y devoradora. Por esencia, esta tendencia de la sociedad contemporánea, se “autodevora” para un renacer constante, se destruye así misma sistemáticamente para poder construirse con otro estado, siempre con un nuevo rostro, vive en una ruptura permanente. Para ser “presentista”, siempre en el aquí y ahora.
Paradójicamente para existir, no puede conservarse. Si una expresión de lo moderno se autoconserva, niega su existencia. Es contradictorio a su ser. El paso del tiempo es su motor y su verdugo.
Es por ello, teóricamente que es ahistorica, rompe con la historia. Su consigna es que lo nuevo no debe seguir lo viejo, incluso debe negarlo. Como el mito de Lot que se convierte en estatua de sal, no se debe mirar para atrás. Siempre adelante.
Todas las expresiones del arte, incluida la arquitectura, además del conocimiento y la tecnología, ante la búsqueda constante de lo nuevo, contienen su propio germen de obsolescencia en el tiempo. Es parte del ser productivo que todo pase y envejezca. Es la fatalidad de toda creación.
Por ello, el modernismo como movimiento vive en la anticipación, porque lo obsesiona el futuro, lo que esta por venir, lo nuevo. La modernidad es inconformista, incansablemente exploratoria en búsqueda de preguntas y respuestas nuevas.
Las apariencias, en la modernidad, dan cuenta de esta obsesión en las modas, en los recambios generacionales, en el miedo a envejecer, el pánico al rezago y la obsolescencia, a la continua renovación tecnológica, a desechar lo anticuado, a que todo sea y se vea nuevo. Y por ello es que todo es perecedero prematuramente, por la aceleración en la velocidad de los cambios, que van tras este ansiado afán devorador. Siempre es más apetecible el último modelo.
Inicialmente el espíritu moderno tiene que ver con una cierta disconformidad con el tiempo que se vive, con sus cánones que se perciben obsoletos, arcaicos y que se desean cambiar, ya sea como utopías, innovaciones, cambios, reformas, inventos, creaciones, etc.
Hay algo en la anticipación que se enfoca a la búsqueda de lo nuevo, que corregirá ese desajuste con el contexto inadecuado. Lo innovativo es dejar de hacer algo como se hacia siempre, lo que dictaba la costumbre, la norma, o el sentido común. Esa continua disconformidad es lo que genera el “progreso” de lo humano, fundamento de lo que se ha denominado “tiempos modernos”.
Es propio de toda sociedad diversa, que se tensiona entre el cambio y la permanencia de las cosas, que lleva a una dialéctica conservadores-progresistas, entre anacrónicos y adelantados, o obsoletos y vigentes.
Pero no basta con consumir modernidad para ser moderno, no es una cosa de apariencia sino que más bien, de espíritu. De ir siempre más allá. De producir y crear modernidad.
Puede suceder que toda la percepción colectiva de una comunidad este desfasada como podría suceder en una aldea aislada. Pero una ciudad entera, una región también lo puede estar cuando la modernidad es solo exógena, y no nace del propio cuerpo social. Incluso toda una sociedad puede ser anacrónica, cuando no esta respondiendo a los tiempos nuevos. Esta colisión con el tiempo que hace conflicto al vivir fuera del tiempo, adopta conductas que se desubican con lo que corresponde hacer. Es no estar sincronizado con los tiempos. Es ver el presente con los ojos del pasado.
En cierta forma a Concepción y a la región le ha faltado comprender los tiempos del “Post Industrialismo”. Es ver “el ferrocarril como el caballo de fierro”, cuando con una mirada, incluso preindustrial, se mira la “Era de la Información y del Conocimiento”. Mucho de lo que aprenden los estudiantes universitarios de nuestros establecimientos, es conocimiento obsoleto, o lo será en pocos años.
Y también mucho de lo que aprenden no es aplicable, o no es asimilado a nuestra realidad. Muy importante : la modernidad debe ser apropiada.
Una “Modernidad Apropiada” tiene esa cualidad, por el cual lo moderno esta contextualizado a nuestra propia realidad, a reconocer nuestra identidad y manera de ser, lo que no significa refugiarse en el pasado o actuar como si en el mundo no sucediera nada.
Se perciben muchos planteamientos a problemas locales con una mirada, a veces regresiva en el tiempo o inadecuada a nuestro contexto, como una anomalía síquica colectiva de no querer enfrentar el presente, reconociendo lo que se es. Las respuestas serán por supuesto inadecuadas. Nos catalogan como una comunidad rezagada, el principal pecado capital de la modernidad.
Esencialmente, debemos aprender a mirar los tiempos nuevos con una mirada de futuro, trayendo una modernidad apropiada al contexto que vivimos.

(Texto publicado en el Diario El Sur de Concepción el 24.10.06)
Foto : Paula Seguel M.
Gino Schiappacasse, Arquitecto

Thursday, October 26, 2006

ENCUENTRO DE HOMBRES NOTABLES


En casa de Jorge Labarca nos juntamos mirando al oceano pacifico Pablo Fuentes, Juan Pablo Bascur, Rodrigo Burgos y Gino Schiappacasse y con ausencia involuntaria de Jorge Harrris, todos arquitectos de Concepcion para cumplir con un rito establecido en la galeria de los Ocho de reiniciar algo tan olvidado, como es hablar de arquitectura sin un sentido pragmatico.
El ser amable de don jorge nos convoco, y ahí estuvimos, milagrosamente, los que nunca se pueden poner de acuerdo para juntarse.
Cocholgue 22.10.06

Saturday, October 21, 2006

RELACIONES TOXICAS


En el diseño de un proyecto de arquitectura es basico entender el entorno, lo que el lugar es, su contextualizacion. Si no es fiel al lugar, la solucion sera forzada, y el espacio, mal resuelto. Lo planteado no funcionará como se anticipó, y el contexto sera afectado negativamente.
A la inversa, puede ocurrir que una intervención arquitectonica muy puntual, modifique positivamente todo el contexto de un barrio, aun de una ciudad.
Un proyectos emblematico de repercusion global es el Museo Gugenheim de Bilbao, tal vez, la ciudad mas gris de España. De ser una ciudad sin atractivo, hoy atrae muchedumbres de todo el mundo que peregrinan al museo para visitarlo, siendo cautivados por su brillo y audacia arquitectonica. Toda la ciudad tiene una relacion nutritiva, con este edifico, por su enorme impacto. Bilbao es una ciudad mas amable.
En este caso, el efecto de lo arquitectonico dinamizó lo urbano. La intervención puntual de un organo recuperó y vitalizó a todo el cuerpo citadino. Fué clave su emplazamiento, retroalimentando positivamente lugar y arquitectura.
La lugaridad tiene una medida precisa. No es lo mismo, emplazar un almacen en la mitad de una cuadra que en la esquina por sentido comun, o una capilla que requiere silencio para la oracion conviviendo con una discoteca.
Se producen relaciones toxicas entre lugar y arquitectura cuando esta no le es fiel, y tambien, cuando la cohabitacion de aconteceres arquitectonicos no se corresponden, destruyendo finalmente el sentido de lugar, con efectos negativos en todo el contexto.
Los lugares tienen espiritu, lo que se llama el genius loci. Toda intervención arquitectonica debiera gestarse comprendiendo lo que el lugar requiere. De no ser asi, la propuesta sera ajena al contexto, no encajara, negandolo. Pudiendo, incluso, destruir su lugaridad.
Es expresión de decadencia urbana cuando lo toxico de una relación, hace convivir actos que se repelen, o se anulan o se devoran entre si en el espacio arquitectonico. Al igual que las relaciones humanas, una mala influencia lo puede envenenar todo.
Los lugares son muy sensibles, y los buenos lugares para vivir, doblemente. Es muy delicado intervenir cuando la atmosfera de un lugar es armoniosa, en que todo calza y se le introduce un cuerpo extraño, que puede afectarlo, provocando un efecto disruptivo, o arruinandolo parcial o completamente. Un caso paradigmatico ocurre si en una calle residencial se instala un local de vida nocturna o si en un barrio comercial se emplazan actividades molestas como industrias contaminadoras o bodegas de transito pesado. Se acaba la paz.
Igualmente la paz citadina se puede perder con una intervención a escala urbana que produzca relaciones toxicas. Probablemente no se habra respetado la lugaridad, lo que es lugar.
No basta el voluntarismo de una accion para que todo funcione automáticamente en una ciudad. Para ello existe la planificación urbana, que vela por la plena convivencia de las actividades, de los ritos cotidianos y los actos celebratorios de una ciudad.
La arquitectura y el urbanismo ante todo, crean lugares en la cual el espacio adquiere significación para las personas. Esta puede ser toxica o nutritiva.
El emplazamiento de un proyecto urbano, de alto impacto, como es el proyecto de Pedro de Valdivia Bajo puede igualmente producir relaciones significativas positivas, si se crea una lugaridad amable. Es necesario entender que hay lugares, y lugares para cada acto. Lo adecuado o lo equivoco, dependera de la sensibilidad con que se maneje la relacion entre lugar y arquitectura y de como cohabiten sus actividades.
Si esto no se respeta, se puede sentenciar que habremos establecido, relaciones toxicas.

publicado en el Diario el Sur ( 01.11.06 )
Gino Schiappacasse, Arquitecto

Monday, October 16, 2006

LA LUNA


Derivaciones y divagaciones acerca de una Fiesta Tecno en la Barcelo.

En el crepusculo de aquel viernes, el sol reflejado en algunas ventanas despide encendidos rojos. Sentir ese suave escozor del vacio, ese sopor de inutilidad permitida que nos envuelve, mirando las universitarias de la Diagonal que salen de las ultimas clases, me trae inesperadamente a la Anita Ekberg ceñida en su traje tubo negro, como un flash, cuando alguien me dice ¡Ah, dolce vita!.
En medio de esa sistematización semanal tan generalizada de hacer las cosas cuando todos las hacen, algo nos recorre como una tenue inquietud. No comprendo en toda su magnitud esa predecibilidad de hacer lo permitido, que induce a mirar las cosas de otra manera, aunque sean los mismos escenarios de todos los días. “Recuerda que los dias viernes nos juntamos donde siempre”.
El permitirse soltar esos vagos presentimientos que trae el atardecer en el café Colombia, cambia rutinariamente la conducta del tedio. Todo surge como un rito en el preciso instante en que alguien exclama : Es que van a suceder cosas.
Era ya el fin de una semana negra y en ese preciso paréntesis de tiempo aflora la inquietud de sacarse lo maquinal de lo cotidiano, con algo aun más maquinal. En la emocionalidad hay una llave que abre puertas, le escucho a alguien decir, y la frase “no solo basta un deseo para que se despliegue”, es la replica de un eco automatico. “Es un tema de desborde”, me quede pensando pa´ adentro.
Quien esta al lado mío, sentencia : “Para encontrar la emocionalidad, hay que desbordarse para que sea verdadera. Tienes que salirte de Ti.” Y de nuevo el eco “ Como si quisiéramos ir de viaje a la caza de cierta intensidad perdida. Que sea impredecible, es todo lo pido.”
La historia de aquellos personajes, me llega, en medio de otra conversación al lado de mi mesa, y trato de atraparla, pues tiene que ver con lo mismo. En ellos se hace obvio, la soltura del fin de semana que se nos viene, con la noche.
En un racconto de pretéritos entrecortados, se van formando tenues imágenes, de todos ellos, cuando aparecen las cervezas y las primeras empanadas. Mientras se sucede la narración voy escenificando el glamour de esos episodios que aun no se han borrado. “ Era una fiesta tecno para mayores de 30, en la cual ciertos arquitectos, personajes diversos que frecuentan el Cantabria, se han encontrado, sin panorama .”
“Y los errantes se han propuesto adentrarse en la noche de la Barcelo para respirar oxígeno duro, un metálico sentir que satura el vacío”. Entre la reconstrucción de las escenas intercalo pasajes del libro “El Sexappeal de lo Inorgánico” y el recuerdo de Fellini, en la búsqueda de lo nocturno, cuando Mastroiani persigue a la Ekberg en la fuente romana.
“Lo maquinal nos deja en blanco, en esa energía se siente un monstruo oculto que palpita en esa masa humana”. Me viene a la memoria que La Barcelo está cerrada y las fiestas de medianoche se arman en galpones ausentes como fósiles que son despertados - en lo esporádico esta lo inesperado - con esta peregrinaciones en que se busca un destino, un sentido de quiebre.
Vuelvo a pensar que todo es solo el encuentro de claves que se abren a la emocionalidad latente. No es mas que el festejar eterno que nunca se podrá incubar en algo abandonado. Y salta la frase de alguien medio borracho que dice ¿Donde está la vida?.
“Están tan sistematizados los sucesos de todos nosotros, que un viernes en la tarde, la vida se ve diferente a un lunes”, articula gravemente el otro semi borracho.
Alguien me explica que lo paradójico es que este frenesi maquinal, de una fiesta tecno, se mueve y se siente sin conciencia, es el imperio de los sentidos. “Hay una liberación de ser, no hay que ser, ni representar, ni identidades, ni roles. Esta vaciedad potencia el oido, y lo sincopado de la motricidad se intercala, se ajusta al Disjey en un trance de movimiento perfecto.”
Me surge, nuevamente la escena de Anita Ekberg en La Dolce Vita, que se devora la noche y la luna, y en su piel se puede encontrar algo tan universal, esa intensidad tan ansiada para agotar y exhalar todo de un golpe, de sentir la vida como se nos va.
Alguien que ha llegado tarde a la narración, resalta que estos personajes arquitectos se han deslizado a través de la oscuridad en su levedad habitual. Y trato de imaginarme la individualidad de sus desplazamientos como en un rito sagrado, pues algo los convoca. “Escuchan voces que los llaman al viaje, un viaje de alucinación. A un mismo lugar. Se han encontrado sin citarse, y ahí están, porque están solos”.
“La alucinación, es la vaciedad metálica de las cosas, y ellos cosifican sus cuerpos. La coordinación de los movimientos con ruidos sordos de aparatos mecánicos se alojan entre la música y el espacio que no da mas. Es lo esperpentico que se mueve metalicamente, surgiendo sonidos perentorios desde esas orejas electrónicas que se revientan. Todo parece reventar. Sin parar, nada va contra la maquina sincopada, los cuerpos se mueven. Es existencialidad en movimiento, quimicamente pura.”
Seguimos entre sorbo y sorbo. “Las acompañantes bailan, sus cuerpos dóciles a la maquinación se han sumado a la masa. Como bailarinas se estiran y se contraen, y sus movimientos son elegantemente mecánicos cuando surgen las figuras de sus observadores, atenta a impregnarse de esa atmósfera. Sus miradas lo entienden todo. Todo puede suceder sin que ocurra nada. Es solo experiencia, algo con la vivencia pura. Puede surgir el contacto, cuando menos se espera.
Alguien me cuestiona que no puede ser lo mismo a lo que filma Fellini en La Dolce Vita porque es intimista, con esa búsqueda existencial en aquel galpón. Sentir en ese suceder, un momento de intensidad, no puede ser lo mismo. “Es la luna, hay algo en la luna. Como un llamado oculto. Extrañas voces que te arrastran”. Yo apuesto a algo similar.
Pienso nuevamente que sacarse esa cosa maquinal para echarse encima otra cosa maquinal. “Vamos del tedio a la excitabilidad, y es esa distancia justa que gobierna nuestros diarios ritmos vitales.”
Trato de imaginar a estos personajes tomando champaña, de madrugada, en los zapatos de las acompañantes en la fuente de la plaza de Concepción, y no puedo. No hay fuentes como en Roma. Ni esa luz de grandes focos. Todos ellos, jóvenes solitarios bañados por la luz de la noche, no escajan con lo felliniano. Imposible.
Todo lo he imaginado como en un viaje filmico, pero siento que no es creible. Ha aparecido la luna en todas las escenas.
Lo que si puedo imaginar, es el momento en que vuelven a sus casas, cansados aun con el retumbar de la musica dura, para dejarse caer en un silencio con ecos de vibraciones catatónicas que vuelven involuntariamente a sus memorias.
“Los lugares imaginados de Roma son fragmentos de escenas sin vivencias reales, no puede haber conexiones con escenografía de aquí. Es muy parcial, sin continuidad hacia fuera, no hay un afuera ni un después” me dice mi vecino con un tufo inaguantable
Entre los personajes, que están conmigo, merece un parrafo aparte a quien designare como “El Retornado”, personaje que ha regresado a su nido, aun mas pálido que cuando partió a Francia y que anda siempre con la misma ropa, es casi su uniforme. Personifica el verse siempre igual, un continium de una misma apariencia sin variantes. Y es el único, que no logra enchufarse con el relato.
“ La experiencia de ser atrapado en una misma escena para ser repetida, por siempre, como una forma de purgatorio, aun cuando externamente todo sigue su curso, sin cambiar. Es como quererse pegar al tiempo, no sentir que pasa.”
El intercalar pensamientos como divagaciones, me sumergen en Fellini - una y otra vez- ante la nostalgia de un tiempo mágico. La vida suspendida, palpita en ese dejarse caer, en un doble abandono entre Roma y la fiesta en la Barceló
“En ese mismo abandono, tan medido, es cuando entramos en un estado de cosa sintiente del cual lo sensorial es el cerebro, y puede comprobarse, de alguna forma, que no hay separación cuerpo-alma. El cuerpo es el cuerpo, como cosa sensible. Afortunadamente las cosas se diferencian porque no tienen interioridad, ni espesor, ni profundidad. El ser se hace cosa, adopta la postura neutra de la cosa, la vaciedad es la nada. La luna llena ha cruzado el cielo negro, y viene el amanecer.”
Vuelvo a sentir el sol rojo que me ciega, en el Colombia, que ahora esta lleno de gente. Y pedimos otra corrida de cervezas con otra docena de empanadas. “El Retornado” se despide porque afuera esta su mujer, que no quiere entrar.

Octubre 2002

Friday, October 13, 2006

CIUDAD DE VANGUARDIA



El escritor Jaime Collier, alguna vez estudio arquitectura en la U. de Chile, y en aquella epoca, me invito a su casa, para que yo le hablara de la lluviosa Concepción. Era el año 1973, y esta ciudad de culto para la intelectualidad santiaguina producia admiración por su cultura contestataria, subterranea y vanguardista.
Han pasado 33 años y Concepción ha acrecentado ese mito, y hasta el irreverente canal MTV reconoce la fuerza del rock penquista o la critica del diario El Mercurio confirma la calidad del grupo pictorico penquista “Grisalla”.
Ya no hay duda que en los circuitos del arte y cultura santiaguina alternativos, como tambien en los circulos underground emergentes que son conocedores de una cultura nacional de vanguardia -con contenido y discurso propio- siguen admirando la busqueda exploratoria y la calidad de la propuesta de muchos artistas e intelectuales que son de Concepcion, entre ellos, Los Tres y los Bunkers, que han incursionado en Santiago y el mundo.
No es casualidad que en “Viña Festival” -nuestra expresión cultural masiva top- seran ellos nuestros representantes, que saliendo hace rato de la oscuridad marginal expresen con calidad el pop musical. Instalandose en la memoria colectiva, como nuestros rockeros de punta, asi como los hicieron Los prisioneros en los ochenta, o Los Angeles Negros en los setenta.
Concepción ha sido comparada con Liverpooll, como centro del rock en Chile, produciendo bandas musicales en caliente, casi en serie, que perfilan las voces emergentes de una cultura margínal rebelde que se infiltra en la cultura mediatica mas evasiva y edulcorada. Aunque se aprovecha de la demanda de emociones prestadas que necesitan consumir los espectadores a traves de los mass media, se permiten presentar otros contenidos mas criticos con el sistema.
Como expresiónes que no tienen que cuidar o perder poder, status o intereses se permiten subvertir el orden de las convenciones sociales, politicas y culturales.
Si algunos se cuestionan las cosas y otros solo le sacan provecho, allá ellos.
Aunque su musica es cuestionadora y emocional, sin salida y liberadora, brutal y sutil, nostalgica pero moderna; el tono de estas expresiones deslizan la contradicción existencial de una juventud que se mueve entre la incipiente libertad y las ansiedades de las incertezas de sus propios futuros, pero que apuntan asertivamente a sus historias personales.
No hay duda que el arte es hoy casi la unica via de transgresion de la realidad, que llega a la gente de manera mas rapida y directa, porque la gente le cree. Su veracidad, que cala en la emocionalidad - al corazon no se le engaña tan fácilmente- radica en su realismo radical. En este caso, esta musica con timbres casi toscos, interferencias y acordes semi artesanales, que suena a veces a musica de garage -musica elaborada en casas del barrio- esta muy cercana a las propias vivencias de una juventud que demanda honestidad y veracidad.
Esta autenticidad tan propia, permite una sintonia fina, que llega al oido de un publico global y una sincronizacion comunicacional que inicialmente se gestó aquí, en el sur.

Tuesday, October 03, 2006

CIUDAD INTERIOR

La exploración literaria es uno de los instrumentos que, tal vez, más se acerca a desentrañar algunos rasgos de la identidad de una ciudad, al presentarla como un universo cerrado, que puede desnudar sus más íntimas motivaciones, como si se describiera un psicoanálisis colectivo. Ocurre con el Dublín de James Joyce, la Lima de Vargas Llosa o el Buenos Aires de Cortazar o Borges.
Al recurrir a visiones literarias locales sobre Concepción, advierto, que al menos, parecieran tener un lugar común, y es que estas perfilan un cierto desencanto existencial acerca del contexto urbano que describen.
Advierto que esto lo resumo a partir del recuerdo mas volátil, de esa vaguedad que se ha quedado, pero es en la que mas confió, por esa evocación tan fuerte que provoca, ya sea el encierro de produce el agua, o ese ahogo que induce el invierno, o esa sensación de Cienaga que conlleva la humedad fría de lo “percan” o esa cosa grisacea de las sombras tempranas que llevan a guardarse en espacios interiores durante gran parte del año.
Los escenarios y las atmósferas de bruma, en que la ciudad se deja sobrellevar bajo unas copas, son recurrentes y contienen un espesor dramático, si bien trivial pero de cierta densidad, sin grandes expectativas pero dejando deslizar cierta frustración. En la cotidianeidad, nunca ocurren grandes cosas. Percibida estas atmósferas ciertamente opresivas, el espacio topológico podría asimilarse a una membrana estrecha sin perforaciones ni salidas a un mundo mayor.
Lo antológico retrata a una ciudad detenida, sin movilidad que se va adormeciendo en una suerte de isla, o más bien como lo indica su envolvente de cerros con un horizonte cercano que no fluye más allá. Cercado por la topografía y el agua, el penquista sueña con un mas allá, pero no da el paso a la aventura, prefiere el sentido defensivo, no explora y asiente a su nido protector. Estigma provinciano que no se sacude tan fácilmente. Le cuesta salir.
Por ello su literatura alusiva a lo antológico expresan, normalmente, lo inevitable de cierta desolación existencial traducida al ámbito espacial caracterizado por una sensación continua de encierro y adentramiento vital sin escapatoria. Ya sea en la descripción de la lluvia, las tertulias universitarias, los ambientes opresivos, la dureza geográfica, o la denuncia social. Es una ciudad de interioridad permanente que construye sus propias fronteras metafísicas, casi aislándose.
El rompimiento del encierro por salir a la aventura, que solo se rompe con el viaje, es un tema no abordado por nuestros literatos, tan propio de otras culturas mas expansivas en que esta ausente esa inquietud de movilidad, de tránsfuga. Pareciera que la ciudad lo atrapara con ese anidamiento oscuro de protegerse de lo exterior amenazante, casi con un espíritu aldeano.
El tempo es un proceso en detención, un tren sin movimiento. Parece una ciudad contenida y retenida. Atrapada en sus propios murmullos y cavilaciones.
Normalmente expresada en monólogos de racconto, y diálogos intimistas. A diferencia de la movilidad del viajar que significa remontar esos límites, trasponer las montañas que nos separan del espacio sin límites. La continua aparición de límites que nos recortan el horizonte del cielo. Se echa de menos la espacialidad liberadora.
Este tipo de desolación es comparable al Neorrealismo de los 50 del cine italiano, en blanco y negro, en que sus autores trasmiten una realidad descarnada, más bien cruda, que no se permite la evasión a este destino inexorable.
Siempre se tiene la impresión que cuando se logra escapar de los límites antológicos del paisaje, se abre los espacios despejándose los cielos para sentir con propiedad las aberturas y las amplitudes.
Es cierto que estas percepciones, un tanto existencialistas, que dejan traslucir ciertas fijaciones identitarias subjetivas y que buscan conducir al lector, son solo ficciones, pero como decía el pintor Roberto Matta, quien nos reveló sorprendentes mundos invisibles, la finalidad del arte es “mostrar” el estado de conciencia que hemos alcanzado. En este caso nuestros escritores, nos muestran un poco como somos y hacen ver a la ciudad, lo que ésta, a veces, no puede ver.
Quienes salen de la ciudad, cuando sienten nostalgia de la ciudad, la evaden o la postergan de cualquier manera, porque recuerdan que salieron casi arrancando de su sopor. Y si caemos en ese plano, podríamos pensar que el moho y el agua vendrán a rescatarnos de ese oxigeno, que respiramos, de esos horizontes lejanos, de esa luz que nos abrió los ojos y nos remeció para alejarnos de ese ahogo interior, y pueda ser que nuevamente seamos atrapados por ella, para sumergirnos nuevamente en lo fangoso y oscuro del alma penquista.

PLAZA SUBURBANA

El efecto de aparición que el Mall Plaza del Trebol provoca, pasando la línea del horizonte donde emerge el valle de Carriel Sur, como una gran pista de vuelo, pareciera llevarnos a todos, en un planeamiento en circulos, a desembarcar en estos gigantescos hangares. Dramático efecto escenográfico, al mostrarnos su mejor perfil, en una perspectiva a vuelo rasante.
Asemejándose a un gran puerto aereo, que atrae masas en peregrinación, éstas, buscan finalmente arribar a tierra, con una devoción casi religiosa. Este permanente allegamiento a este espacio de celebración es, hoy, el rito urbano mas recurrente de la ciudad.
Hay que recordar que la cuadrícula y el loteamiento cuadraron la ciudad, estableciendo un tejido continuo de solares, donde el vaciamiento de una manzana central constituía el lugar de encuentro público.
Si nos imaginamos la ciudad como un gran campamento, a veces pareciera que estos enormes hangares urbanos, se alzaran como elementos icónicos que se contemplan tomando distancia, sin sumarse a la trama fundacional, deliberadamente. Al no estar sumido dentro de una cuadrícula que fusiona espacio construido se extralimita a a las afueras, para que aparezca la cultura suburbana con todos sus sloganes y clichés.
Como arquitectura de suburbio, el Mall representa todo lo que puede significar esa tesis de ciudad actual. Son la estética de carretera y la ambigüedad disgregante, las que se introducen en el tejido espacial para someter a esta inmóvil masa urbana, a las vicitudes de los trayectos y la velocidad cruzada.
En cierta forma, el campamento ha desplazado el centro de gravitación, levantando la plaza en las afueras de la ciudad. Es la irrupción de la cultura del suburbio que se ha infiltrado hacia su interioridad para otorgarle un nuevo carácter, a lo urbano : el centro está afuera.