Thursday, December 28, 2006

EFECTO DE DEMOSTRACION

Aunque tal vez, sea producto del “efecto de demostración” en la cual uno quiere tener la ultima adquisición del vecino, aquí en Concepción se siente una envidia incontrolable cuando en Santiago se inauguran numerosas bibliotecas top, se abren diversos centros culturales, se suceden las principales exposiciones en el nuevo Museo de la Moneda o se anuncia el inicio de obras del nuevo Teatro de la Municipalidad de Las Condes
Aunque en la ciudad capital de Chile concurra la cultura a escala nacional por el tamaño citadino y se concentre la elite económica, que es la gran consumidora de cultura en el arte y el espectáculo, se deja sentir una corrosiva sensación de desolación cultural en este rincón del sur.
Se puede soportar la discriminación de todo tipo por ser de provincia, pero la desventaja que ejerce no tener acceso a variados lugares de “creación cultural en vivo y en directo”, a menos que nos desplacemos 1000 Km. de ida y vuelta, hace pensar que hay un tremendo desequilibrio en la política cultural nacional, especialmente en su distribución territorial. La regionalización tampoco funciona en este aspecto.
Es valido que hay políticas locales de desarrollo cultural, pero son demasiado mezquinas, especialmente en cuanto a infraestructura arquitectónica.
Aun no comprendo como la estatal Universidad del Bío Bío no tenga una buena sala de exposiciones en el centro de la ciudad, y tampoco sea importante para las universidades privadas. Y que prácticamente los únicos centros culturales citadinos de divulgación masiva que tenemos, sean la Casa del Arte y el Aula Magna para una urbe con una población de más de 1 millón de habitantes.
A excepción de tres institutos binacionales, de la U. Católica de la Santísima Concepción y especialmente de la U. de Concepción, a la que reconocemos su gran preocupación histórica por la cultura local, no es posible entender que la mayoría de las universidades no tengan recintos adecuados para la difusión cultural como centros de documentación, registro audiovisual, escenarios de exposiciones, eventos, conciertos, en definitiva cultura al alcance de todos. Y que tampoco no haya instituciones autónomas que asuman que la cultura es un producto de consumo permanente. La ciudad culturalmente ha descansado en lo universitario, cuando debiera ser parte de un “Proyecto Ciudad”.

Considerando lo deficitario de la sala de exposiciones en el subterráneo del edificio consistorial y la biblioteca municipal como espacios para divulgar la cultura, es inexplicable que la Municipalidad de Concepción, no haya tomado la iniciativa para impulsar el proyecto del “Teatro Pencopolitano” -proyecto Bicentenario 2010- y se haya entregado esto a una corporación privada.
Es cierto que el proyecto de diseño del teatro planteado por el arquitecto Borja Huidobro es abultado, muy caro y escapa a nuestro contexto cultural que no es tan de elite, pero la iniciativa da pie a pensar en un “Gran Centro Cultural Municipal” emplazado en ese lugar o en otro, que alberge diversos recintos para la divulgación de una cultura masiva tanto del espectáculo como de museos y salas de exposiciones.
Aunque este sobredimensionamiento proyectual no ha contribuido a una buena estrategia para vender esta gran idea para nuestra ciudad, uno se pregunta en que momento las múltiples colecciones universitarias de insectos, de geología, de paleontología por ejemplo tendrán espacios adecuados para su exposición y conservación o las temáticas locales mas significativas como los terremotos o el desarrollo industrial histórico merezcan el lugar que le corresponden en nuestra museografía o tantos temas universales como la arquitectura moderna, la tecnología, la antropología o las artes clásicas puedan ser accesibles a niños de Lota, de Aguita de la Perdiz o de Santa Juana que tal vez jamás conozcan.
Si miramos que otras ciudades de Chile, tal vez mas provincianas que Concepción se han aventurado en una política cultural municipal mas ambiciosa como Talca, Puerto Varas o Valdivia, contando esta última con un complejo cultural de gran factura arquitectónica frente al río Calle Calle, es que algo deficitario nos rodea.

La cultura es la “religión” actual que promueve el alma de las grandes ciudades, le otorga contenidos profanos a lo trascendente estimulando el conocimiento, el debate, la superación de lo contingente, que a veces, parece aplastar lo mas significativo de la existencia. Hoy el encuentro urbano esta en las expresiones culturales. La cultura hace ciudad.
Al parecer, la “cultura formal” entra más por osmosis, que “estudiandola” en un aula, y se percibe que nuestra realidad urbana contiene una carencia absoluta como búsqueda masiva de culturización, que vaya más allá del pop, de los reality show o de la cultura basura.
El arquitecto Cristian Fernández Cox decía el otro día en el programa de TV “ Una Belleza Nueva “que para acceder a la plenitud de la vida profana había que buscar siempre la triada “Belleza – Verdad – Bondad”, y que la primera era la puerta de entrada a las otras dos. Así, al menos, pensaban los griegos.

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