Friday, October 27, 2006

MODERNIDAD APROPIADA



La atracción que ejerce el Mall en nuestra ciudad me intriga más allá de lo obvio. Creo que, en definitiva, la gente busca “modernidad”, aunque sea, a través de su consumo.
La “Modernidad” como cualidad motivadora de nuestro tiempo es cautivante y devoradora. Por esencia, esta tendencia de la sociedad contemporánea, se “autodevora” para un renacer constante, se destruye así misma sistemáticamente para poder construirse con otro estado, siempre con un nuevo rostro, vive en una ruptura permanente. Para ser “presentista”, siempre en el aquí y ahora.
Paradójicamente para existir, no puede conservarse. Si una expresión de lo moderno se autoconserva, niega su existencia. Es contradictorio a su ser. El paso del tiempo es su motor y su verdugo.
Es por ello, teóricamente que es ahistorica, rompe con la historia. Su consigna es que lo nuevo no debe seguir lo viejo, incluso debe negarlo. Como el mito de Lot que se convierte en estatua de sal, no se debe mirar para atrás. Siempre adelante.
Todas las expresiones del arte, incluida la arquitectura, además del conocimiento y la tecnología, ante la búsqueda constante de lo nuevo, contienen su propio germen de obsolescencia en el tiempo. Es parte del ser productivo que todo pase y envejezca. Es la fatalidad de toda creación.
Por ello, el modernismo como movimiento vive en la anticipación, porque lo obsesiona el futuro, lo que esta por venir, lo nuevo. La modernidad es inconformista, incansablemente exploratoria en búsqueda de preguntas y respuestas nuevas.
Las apariencias, en la modernidad, dan cuenta de esta obsesión en las modas, en los recambios generacionales, en el miedo a envejecer, el pánico al rezago y la obsolescencia, a la continua renovación tecnológica, a desechar lo anticuado, a que todo sea y se vea nuevo. Y por ello es que todo es perecedero prematuramente, por la aceleración en la velocidad de los cambios, que van tras este ansiado afán devorador. Siempre es más apetecible el último modelo.
Inicialmente el espíritu moderno tiene que ver con una cierta disconformidad con el tiempo que se vive, con sus cánones que se perciben obsoletos, arcaicos y que se desean cambiar, ya sea como utopías, innovaciones, cambios, reformas, inventos, creaciones, etc.
Hay algo en la anticipación que se enfoca a la búsqueda de lo nuevo, que corregirá ese desajuste con el contexto inadecuado. Lo innovativo es dejar de hacer algo como se hacia siempre, lo que dictaba la costumbre, la norma, o el sentido común. Esa continua disconformidad es lo que genera el “progreso” de lo humano, fundamento de lo que se ha denominado “tiempos modernos”.
Es propio de toda sociedad diversa, que se tensiona entre el cambio y la permanencia de las cosas, que lleva a una dialéctica conservadores-progresistas, entre anacrónicos y adelantados, o obsoletos y vigentes.
Pero no basta con consumir modernidad para ser moderno, no es una cosa de apariencia sino que más bien, de espíritu. De ir siempre más allá. De producir y crear modernidad.
Puede suceder que toda la percepción colectiva de una comunidad este desfasada como podría suceder en una aldea aislada. Pero una ciudad entera, una región también lo puede estar cuando la modernidad es solo exógena, y no nace del propio cuerpo social. Incluso toda una sociedad puede ser anacrónica, cuando no esta respondiendo a los tiempos nuevos. Esta colisión con el tiempo que hace conflicto al vivir fuera del tiempo, adopta conductas que se desubican con lo que corresponde hacer. Es no estar sincronizado con los tiempos. Es ver el presente con los ojos del pasado.
En cierta forma a Concepción y a la región le ha faltado comprender los tiempos del “Post Industrialismo”. Es ver “el ferrocarril como el caballo de fierro”, cuando con una mirada, incluso preindustrial, se mira la “Era de la Información y del Conocimiento”. Mucho de lo que aprenden los estudiantes universitarios de nuestros establecimientos, es conocimiento obsoleto, o lo será en pocos años.
Y también mucho de lo que aprenden no es aplicable, o no es asimilado a nuestra realidad. Muy importante : la modernidad debe ser apropiada.
Una “Modernidad Apropiada” tiene esa cualidad, por el cual lo moderno esta contextualizado a nuestra propia realidad, a reconocer nuestra identidad y manera de ser, lo que no significa refugiarse en el pasado o actuar como si en el mundo no sucediera nada.
Se perciben muchos planteamientos a problemas locales con una mirada, a veces regresiva en el tiempo o inadecuada a nuestro contexto, como una anomalía síquica colectiva de no querer enfrentar el presente, reconociendo lo que se es. Las respuestas serán por supuesto inadecuadas. Nos catalogan como una comunidad rezagada, el principal pecado capital de la modernidad.
Esencialmente, debemos aprender a mirar los tiempos nuevos con una mirada de futuro, trayendo una modernidad apropiada al contexto que vivimos.

(Texto publicado en el Diario El Sur de Concepción el 24.10.06)
Foto : Paula Seguel M.
Gino Schiappacasse, Arquitecto

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