Friday, January 19, 2007

CIUDADES QUE APASIONAN

La pasión que despierta una ciudad, retratada muchas veces en la música, cine, literatura y poesía, artes plásticas y arquitectura desde diferentes puntos de vista por muchos creadores siempre evoca una problemática única, propia de su mística y espíritu identitario. Tema y drama de las obsesiones universales, que desde la subjetividad del ojo creativo encierran ilusión, cautivación, enamoramiento o desencanto. Las ciudades nunca dejan frío.
Estas, al ser vividas y recorridas establecen relaciones emocionales -aun inconcientes- que alimentan pasiones desatadas, aunque no queramos reconocer. Como si amaramos a alguien. Cito a Pedro Gandolfo : “a las ciudades no las amamos por que son bellas, sino que son bellas porque las amamos”.


Trance inevitable que puede entrañar incluso tibieza o indiferencia, es el contexto urbano que, colándose en nuestras existencias, puede encubrir desde un desamor, un desencanto, hasta una obsesión y un enamoramiento ciego. Las verdaderas pasiones son desbordantes y declaradas.
La pasión que podemos sentir por una ciudad, como cualquier vínculo significativo puede ser de amor y/u odio, y aunque, el ámbito espacial-arquitectónico-paisajístico puede influir poderosamente en ese sentimiento, son nuestras propias emociones las que la alimentan, si nos hemos entregado en cuerpo y alma. Si tenemos recelo, neurosis, rechazo, atracción, adicción o afecto, la cosa parece ir por la apropiación, autoestima e intensidad con lo que nos sucede en la ciudad.
Lo significativo es lo que nos conmueve, y hace nuestra vida plena o plana. Como veamos la ciudad, en cierta forma es lo que nos sucede. La clave es como nos vemos a nosotros mismos, involucrados en ese lugar. Confrontar si tiene algún merecimiento para darnos, emigrar o sencillamente no salir de la casa.
En el cine, el Nueva York poético y elitista de Woddy Allen no es el mismo, al de Martin Scorcesse, lleno de violencia y arrebato, ni al de John Schlesinger, marginal y explotador, explicando la subjetividad autoral, pero también la riqueza de lecturas múltiples que tienen las ciudades.
Sin embargo, las ciudades como universos sensibles encarnan sentimientos muy nítidos. Son inconfundibles, la Roma Felliniana, el Paris de Traufautt, el Madrid de Almodóvar o el México D.F. de Gonzalez Iñárritu, en la cual estos maestros del cine parecen utilizar el pretexto del tema dramático, para declarar su amor a esas ciudades. Al final, conocemos esas ciudades mas, que si las hubiéramos visitado, por su caracterización. En todas ellas hay un espíritu, una mística que trasmiten una rica poética urbana.
Sin embargo, la poética urbana -la mirada que establece relación entre nuestro interior y la vida de la ciudad- para el penquista siempre esta en la punta de la lengua, pero, no la nombra. Se le hace cuesta arriba, reconocer algún sentimiento, definir las pasiones que le despierta su ciudad. Suelen caer en una relación indefinible y ambigua, tanto para los que nacieron aquí, como para los que han llegado para quedarse, aunque sea temporalmente. Aunque faltan muchas explicaciones para entender este fenómeno, aventuro una.
Muchas veces, el penquista, no tiene las pasiones de un bonaerense, un limeño o un carioca que reflejan en la mirada ese vinculo afectivo con su ciudad, porque no ha hecho conciente el proceso de vivir una ciudad, lo que significa de verdad ser habitante y ciudadano, fuera de su metro cuadrado. Una respuesta asertiva comporta tener cierta conciencia mística, un vinculo citadino declarado casi por escrito.
Así como la canción “La Chica de Ipanema” de Jobim, llena de belleza por una mujer, sintetiza de paso, el amor por Río de Janeiro -declarado incondicionalmente- al buscar en la música autoral penquista, la verdad es que no encuentro mas que desajuste, nihilismo, depresión y evasión, y sin embargo, no creo que Concepción este ahí.


Una relación cotidiana puede desgastar un vínculo, para hacernos perder lo ciego de un amor, pero no podemos ignorar, que una pasión siempre se traduce en una mística que puede expresarse en orgullo, chauvinismo, asentimiento como también autocrítica, desilusión o nostalgia. Hay un involucramiento claro de gratitud trabajada y significación reconocida.
A pesar de tanta globalidad, siempre tenemos una ciudad en el corazón que nos atrapa y nos conquista. La pasión urbana que incluye sentimientos encontrados como atracción, padecimiento, descontrol o nostalgia siempre nos doblega, aunque tengamos que mirar hacia otro lado, renegando en silencio, del lugar donde vivimos para no delatar nuestra abulia o expectativas no cumplidas.
Lo cierto, es que podemos ser feliz o desdichado en un lugar y no darnos cuenta. Desconocer como apropiarnos de una emoción vivida, un lugar, lo metido que tenemos el paisaje en nuestra memoria y la lluvia en la piel, puede significar que la ciudad no ha podido despertar los sentidos de nuestro corazón, o que, no lo hemos reconocido, simplemente. La tarea, en ese caso, sería ejercitar la poética urbana para amar la ciudad, aunque sea en silencio.

Wednesday, January 17, 2007

LA RESIGNIFICACION DE LA PLAZA COMO ESPACIO PUBLICO


Es curioso como dos recientes proyectos de remodelación de plazas latinoamericanas tengan como elemento central la luz nocturna como configurador del espacio publico, a través de la iluminación artificial. Especialmente considerando que son ciudades altamente pobladas, con vida nocturna y saturadas de inseguridad publica.
Estos son la plaza de Bogota que ha ganado el premio Bienal de Quito 2006 y el proyecto de la Plaza de Mayo en Buenos Aires, que ha sido seleccionado recientemente el ganador en un concurso de proyectos.

La necesidad de refundar la convivencia urbana en grandes urbes de Latinoamérica hace replantearse la plaza como lugar de encuentro urbano con gravitación : la idea es mejorar el estatus de los espacios públicos, resignificando su rol arquitectónico. De paso reflexionar sobre la incidencia de los espacios públicos privados, que reemplazaron estos espacios, como son los centros comerciales y los mega espacios para el ocio.
En este caso, las plazas quieren ser recuperadas para el uso del transeute y para toda la ciudad, que sean espacios contenedores de un real encuentro urbano. En cierta forma, estos proyectos, aun creen en la vigencia de nuestras plazas tradicionales como espacios vivibles.
A diferencia, en mi opinión, la remodelación de la plaza de la Constitución, ahora Plaza de la Ciudadania, en Santiago de Chile, ya no cree en ese uso. La resignificación de la intervención arquitectonica ha quebrado esa vigencia para otorgarle un nuevo destino, mucho mas conceptual que en definitiva lo convierte en un espacio muerto, sin vida, aunque estéticamente muy bien diseñado. En definitiva, se ve la ausencia del pueblo, o mas bien el poder gobernante distanciado, de el.
La plaza de la constitución, frente a la Moneda, suprimió el rol de inclusión de masas por el significado transgresor que esto implicaba para mantener la seguridad y evitar la subversión, alojando un espacio vacío, sin uso, de carácter abstracto como plaza simbólica de una masa invisible y anónima. Es curioso que la otra plaza enfrentando la otra fachada de La Moneda, fue remodelada por Pinochet, con ese mismo objetivo. Es también obra, de los mismos arquitectos
Es curioso como esta plaza representa la democracia con un vacío, aunque soterradamente tenga equipamiento cultural. La representación de lo ciudadano se lee como un espacio ausente, sin vigencia como espacio vivido.
Contrariamente, en provincia las plazas aun se viven y a medida que las ciudades son mas chicas, mas gravitación y vida tienen, como espacio de reunión de la comunidad.
La plaza de Armas de Concepción, aunque ya no se vive con la misma intensidad, aun mantiene mucha vida, especialmente en el día, llenandose de actividad. Aun con el aggiornamiento que se le hizo, sin embargo, no tiene el status que antes tuvo, producto del decaimiento que ha tenido el centro.

Es providencial, aludir al tema de la iluminación nocturna, mencionada en estos proyectos de Bogota y Buenos Aires, porque la nocturnidad del centro penquista, en general, y de las plazas, en particular, es muy sombría. Las plaza de armas y su entorno, la plaza de los tribunales, la plaza España, el parque Ecuador son unos hoyos negros cuando llega la noche. Dan miedo. Los espacios públicos del centro parasitan de la iluminación artificial del comercio privado. Sin ellos, la cosa seria más negra.
Cuando se recorre el centro al anochecer, parece que surge el mundo oscuro de las sombras, emergiendo los mas curiosos, enigmáticos y peligrosos personajes. La ciudad nocturna, a veces, queda entregada al delito, la delincuencia y lo siniestro. La plaza de pavimento oscuro, atrae lo oscuro.
La resignificación del espacio público pasa, por un lado, por reforzar su intensidad de uso -noche y dia- , su visibilidad y seguridad. Casi con la misma luminosidad del día, para que ese espacio público sea un lugar amable para la familia.
La otra problemática, para la resignificación de la plaza de armas, es reforzar la intensidad de uso a través de la multiplicidad de actividades en el entorno inmediato. Traslapar las actividades de residencia, ocio, cultura, esparcimiento y encuentro de forma permanente, ojala día y noche. La plaza debiera estar rodeada de cafés y lugares de encuentro para intensificar su vida. Lo peor es la monoactividad que cuando muere, apaga la vida urbana. La clave es que el espacio publico se alimente de su entorno, de sus aconteceres. Le dan vida.
Los Malles le copiaron la vida urbana a las plazas tradicionales, privatizando el encuentro. Le succionaron toda su intensidad de vida. Son plazas privadas.
Ahora, hay que hacer la operación al revés : las plazas tradicionales deben extraer las cualidades de estos centros comerciales y de esparcimiento privados para que el penquista vuelva al centro. Es necesario cruzar actividades de intensidad de uso, para que volvamos a encontrarle nuevamente el significado al espacio público tradicional, un poco extraviado por estos días.

CERRADO POR VACACIONES


Esta ciudad se prepara para el invierno, no para el verano. Desolación y vacío en las calles. Todo se cierra. Una ciudad fantasma, como si toda la vida urbana se fuera a otro lugar. Con el calor, parece perder el alma. Conclusión, Concepción siempre se prepara para el trabajo, no para el ocio.
Una ciudad sin ocio, sin espectáculos, sin lugares para la entretención y el esparcimiento es una ciudad que no celebra, me decía alguien. Trato de hacer memoria y la verdad es que no existen fiestas masivas, no tenemos eventos relevantes a nivel nacional, ni menos internacionales. Concepción no tiene una historia de celebraciones. Ni durante el año, tampoco.
Probablemente la ciudad es vista como un lugar solo para trabajar y el ocio, algo superfluo. No hay una convivencia equilibrada de actividades urbanas. Y si en esta ciudad, no “pasa mucho” como dicen los lolos. ¿Donde esta la atracción?
Citando al arquitecto Raul Irrarazabal, Chile es cruzado por una gran calle larga - la carretera central- y Concepción es una ciudad excéntrica y periférica, a ese recorrido. Apartada. Se pasa de largo.
Pero, a Valdivia le ocurre lo mismo, y sin embargo en el verano tiene más vida que nunca. Contribuyen su paisaje ribereño, la cultura alemana y un carácter urbano atrayente. Extrapolando a Concepción, uno se pregunta. ¿Esta ciudad es atractiva?.
Considerando que la gente viene y se va, y los ciclos migratorios la sitúan como una ciudad de paso, podríamos elucubrar, que algo debe faltarle.
Es curioso que Concepción tenga tantos supermercados pero no se encuentren exquisiteces ni locales gastronómicos especializados. La población flotante en transito e intercambio comercial tiene poca infraestructura hotelera tipo 5 estrellas. La población estudiantil y la masa critica cultural, no tiene museos importantes ni centros culturales autónomos, las galerías de arte desfallecen , faltan salas de teatro masivo, y un buen lugar acústico para escuchar conciertos. Siendo una de las regiones mas exportadoras, hoy adolece de una estación de FFCC, y el terminal rodoviario es insuficiente. Hasta hace poco, no teníamos un buen aeropuerto y es paradojal que no tenga un sistema naviero para recorrer y conectar la bahía de Concepción teniendo un borde mar privilegiado.
Hay un déficit recreativo en lo público. Con áreas de reserva ecológica, falta un parque metropolitano de magnitud con zoológico y todo, y los cerros y macro paisajes no tienen un observatorio en la ciudad ni un teleférico. En fin.
Pero no todo es por la infraestructura. Aunque, parece que la gente sobreviviera y no tuviera recursos para el ocio, el tema es más complejo.
Un arquitecto penquista radicado en Alemania, observa que la ciudad ha crecido, pero no es “mas ciudad”. Las ciudades modernas no suman, se multiplican exponencialmente en complejidad. Cuando una ciudad adquiere complejidad exponencial, se potencian las fusiones de los actos, produciendose una sinergía : En la multiactividad esta la vida actual. Incluso las ciudades hipermodernas lo son 24 horas al día. Todo se traslapa, al punto que el ocio genera el trabajo, es ocio es trabajo, es la base del trabajo. Un paradigma : Las Vegas, USA.
El ocio es cultural, y mueve las ciudades, y estas deben ser vistas desde la cultura global y mediática, que vivimos. Siento que en lo cultural esta ciudad, puede dar mucho mas. No ha descubierto su propio patrimonio. Es lo que vende y atrae.
Un solo concierto de rock mueve 70.000 en una presentación. Pero una feria del libro nacional, un festival de cine iberoamericano anual, una muestra internacional de pintura, puede atraer un peregrinaje turistico regular, aun mayor.
Europa se pelea a los arquitectos estrellas en proyectos emblemáticos para la ciudad. La taquilla es clave. Un proyecto ciudad empieza por un proyecto de imagen urbana. Es como las postales, las cosas entran por la vista.
Es un error, o mas bien, es anacrónico, pensar que la actividad trabajo es el motor de una ciudad. Visión de la era industrial, inadecuada a estos tiempos.
Es cierto, me dirá alguien : Lo que pasa es para eso se necesita una base económica. ¿entonces cuando?. Yo creo que hay que pensar al revés. Para que haya atracción de capitales, inversiones y recursos humanos, primero hay que preguntarse ¿que ofrece de atractivo la ciudad?
Lugares como Pingueral, el Casino y el Mall, son la privatización del ocio urbano. Y está bien. Pero en eso no hay raíces identitarias propias ni patrimonio celebratorio. Falta hacer publico y masivo el ocio, con las celebraciones como ritos urbanos, tomar conciencia y reconocerlos. Resumiendo : celebración y fiesta permanente, multiactividad, y priorizacion del ocio como patrimonio, son otras formas de pensar la vida económica. Así, tal vez nos preparemos también para el verano.